sociedad

La lucha por la supervivencia v/s altruismo y apoyo mutuo: memorias genéticas en disputa

Mónica Castro
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Mi necesidad se va modificando con las demás
Así mi luna llega a vos
Así yo llego a tu luna
F.P

El 24 de noviembre de 1859 se publica el libro El origen de las especies del naturalista inglés Charles Darwin, como resultado de muchos años de estudios e investigación y de un larguísimo viaje de casi 5 años de observaciones y notas sobre invertebrados marinos, fósiles de mamíferos gigantes y nativos de los diferentes lugares que visitó. Comprendió en su variopinto viaje de qué manera las zonas geográficas y las condiciones de vida presentes, marcaban importantes diferencias entre la flora y la fauna de cada lugar. Postuló en su libro dos de las grandes ideas que lo hicieron conocido hasta el día de hoy: que el origen de todas la especies se encuentra en un antepasado común que muta genéticamente conforme a las exigencias de adaptación a un medio que siempre es adverso y que la necesidad de adaptación es impulsada por un fuertísimo instinto de sobrevivencia y que al producirse “más individuos que los que pueden sobrevivir” estos deben estar en un continuo combate, donde siempre vence el “más apto”, es decir, el más preparado para conseguir provisiones y reproducir la especie.

La idea del origen común fue ampliamente aceptada en la comunidad científica, mientras que el postulado de que sólo sobreviven los más aptos, es decir, la vida condicionada a la lucha y la competencia generó (hasta el día de hoy) opiniones encontradas, de las que citaremos 2 destacadas surgidas en la propia época de Darwin:

Por una parte, el biólogo también británico Thomas Henry Huxley, luego de leer el Origen de las especies declara en una carta a su autor, estar dispuesto a ir a la hoguera con tal de defender los postulados del libro (desaprobado evidentemente por la iglesia). Por esa obra que “ha ganado la eterna gratitud de todos los hombres serios”. La ardiente defensa que hizo de Darwin lo hizo incluso ser conocido en su época como el “Bulldog de Darwin”. Huxley había encontrado en la teoría de Darwin un sustento de índole científica para justificar y enfatizar la idea de la competencia y el abuso del fuerte sobre el débil, confiriéndole a esta situación la categoría de “natural”, algo que ni el propio Darwin había hecho.

La defensa e interpretación de Huxley de los postulados darwinianos quedó plasmada en su ensayo “La lucha por la existencia” y aquí es donde aparece una respuesta diferente, pues el naturalista y pensador ruso Piotr Kropotkin, luego de participar en una serie de expediciones científicas por Siberia se encuentra a su vez con numerosas pruebas de que la cooperación y la ayuda mutua estaban tan presentes en diferentes especies humanas y animales como lo podía estar la competencia. Esta experiencia culminó con la publicación de su libro “El apoyo mutuo, un factor de la evolución” donde hace un recorrido de la conducta cooperativa entre insectos, animales, salvajes, bárbaros, habitantes de la ciudad medieval y de la sociedad moderna. En su libro, no obstante, más que una crítica a Darwin, la realiza a los darwinistas, quienes como Huxley no hicieron más que reflejar sus propias creencias acerca de una naturaleza competitiva y cruel, haciendo caso omiso de otras expresiones que diferían de manera importante y que Kropotkin con igual rigor se dedicó a observar.

A continuación, algunos ejemplos extraídos del libro Piotr Kropotkin que grafican conductas de apoyo mutuo:

“…cuando un enjambre de abejas se prepara a abandonar la colmena para fundar una nueva sociedad, cierta cantidad de abejas exploran previamente la vecindad, y si logran descubrir un lugar conveniente para vivienda, por ejemplo, un cesto viejo, o algo por el estilo, se apoderan de él, y lo limpian y lo guardan, a veces durante una semana entera, hasta que el enjambre se forma y se asienta en el lugar elegido”.

“El grifo halcón brasileño (Caravara), uno de los rapaces más “desvergonzados”, es, sin embargo, extraordinariamente sociable. Sus asociaciones para la caza han sido descritas por Darwin y otros naturalistas, y está probado que, si se apoderan de una presa demasiado grande, convocan entonces a cinco o seis de sus camaradas para llevarla”.

“Se puede observar aquí a los cisnes, dominadores, y a la par de ellos, a las gaviotas KittyWake extremadamente sociables y hasta tiernas y entre las cuales, como dice Nauman, las disputas se producen muy raramente y siempre son breves; se ve a las atractivas kairas polares, que continuamente se prodigan caricias; a las gansas-egoístas, que entregan a los caprichos de la suerte los huérfanos de la camarada muerta, y junto a ellas, a otras gansas que adoptan a los huérfanos y nadan rodeadas de cincuenta o sesenta pequeñuelos, de los cuales cuidan como si fueran sus propios hijos”.

“En la vasta familia de los equinos, en la que entran los caballos salvajes y asnos salvajes de Asia, las cebras, los mustangos, los cimarrones de las pampas y los caballos semisalvajes de Mongolia y Siberia, encontramos de nuevo la sociabilidad más estrecha (…) Cuando se aproxima un carnicero, se reúnen inmediatamente varios grupos; rechazan el ataque del carnívoro y, a veces, hasta lo persiguen; debido a esto, ni el lobo, ni siquiera el león, pueden capturar un caballo, ni aún una cebra mientras no se haya separado del grupo. Hasta, de noche, gracias a su no común prudencia gregaria y a la inspección preventiva del lugar, que realizan individuos experimentados, las cebras pueden ir a abrevar al río, a pesar de los leones que acechan en los matorrales”.

Para terminar, cabe mencionar que el libro de Kropotkin más que una arenga de desmentidos a la teoría darwiniana (o a Huxley) lo que hace es recordarnos que así como existen conductas competitivas asociadas a la sobrevivencia, esta se resuelve muchas veces por la vía de la solidaridad, el apoyo comunitario y del altruismo, entendido este último desde su definición filosófica. Que así como encontramos conductas de violencia y sometimiento en muchas especies también encontramos numerosas formas de organizarse que apelan al bienestar y protección del grupo por encima del bienestar individual. Que tal como en ocasiones podríamos llegar a pensar que el binomio fuerte-débil o gano-pierdo es algo inevitable o que traemos en los genes, se hace imprescindible –hoy más que nunca- que traigamos también a escenario la memoria de nuestro antepasado común que no sólo aprendió a sobrevivir en un modelo donde únicamente el más apto supera las pruebas sino que también en uno donde los miembros más aptos de una comunidad (en cualquiera de las numerosas variables que puede tener la palabra apto) tienden una mano a los más frágiles, ayudándoles a cruzar un puente para que todos tengamos la oportunidad de alcanzar un buen final para este largo camino.

(Puedes descargar desde aquí el libro de Kropotkin, El apoyo mutuo, un factor de la evolución)

Las predicciones de Nicholas Negroponte

Roque Borrero
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Ya pasados más de 30 años, este investigador asombro a todos con sus predicciones de cómo sería el futuro en el año 1984, predijo el uso de pantallas táctiles y de teléfonos inteligentes, comenta que en el porvenir seremos capaces de aprender tomando una pastilla.

Negroponte es un defensor incansable de la educación y la inteligencia colectiva,  dos grandes conceptos que se ven potenciados por Internet, tanto que afirma:

“todos los grandes dilemas del planeta se benefician de la conectividad y la computación”.

Sobre gestión de derechos de autor a través de una blockchain

Mónica Castro
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El acercamiento habitual al concepto de blockchain suele ser el que se encuentra asociado a la tecnología que soporta la emisión y uso de criptomonedas. Sin embargo, quien desee adentrase un poco más en las aplicaciones que puede tener una cadena de bloques, podrá encontrarse con una amplia variedad de propuestas: gestión de contenidos (como la ya conocida red Steemit), microtrabajo o tareas freelance (crowdsourcing), intercambio de material audiovisual, redes para gamers, servicios de realidad virtual, entre otros, todos con un denominador común que es el de eliminar terceros en cualquier tipo de contrato o relación entre personas*, razón por la cual se llama red distribuida (y no descentralizada como se aclara en este artículo, dado que no hay una repartición equitativa de centros, sino que sencillamente, no los hay).

Pero vamos a enfocarnos aquí en lo que una blockchain puede hacer, o está haciendo por la gestión de derechos intelectuales.

Primero, recordar que el registro de propiedad intelectual es un aspecto regido por ley en cada país y en nuestro caso, basada en los preceptos del Convenio de Berna. En Chile, la materialización de dicha ley es administrada por su propio departamento (DDI), que a su vez depende de la DIBAM. Son ellos quienes mediante una inscripción presencial o digital (un poco engorrosa pero efectiva) y una tarifa en UTM, certifican la autoría de una obra, asignándole un número de inscripción y quedando esta archivada en sus registros, pudiendo ser consultada cada vez que sea necesario (orientado sobre todo a la resolución de disputas sobre autoría). Todo el proceso es administrado por el Estado quienes constituyen la figura de un tercero que “confirma” que Juan Pérez es el autor de su propia obra musical, literaria, teatral, informática, etc.

La blockchain ha hecho aparecer varias plataformas donde el registro de autoría se vuelve descentralizado: se accede, se registra y la red se encarga de encriptar la información, que puede ser consultada de la misma manera en que revisamos una transacción de bitcoin en Blockchain.info o de ether en Etherescan, sólo que esta vez se trata de desplegar la información referida a un registro de propiedad intelectual.

Ya existen varias plataformas que cumplen con este objetivo, tales como po.et, que emite además sus propios token (POE) y que se define como un “libro de contabilidad compartido, abierto y universal diseñado para registrar metadatos e información de propiedad para activos creativos digitales” (puedes leer su whitepaper aquí) o bien la plataforma peruana Leftherian (orientada a Latinoamérica) que ofrece “proteger tu obra en menos de 10 segundos”, en contraposición con el trámite que implica la misma tarea por medios tradicionales. En el caso de esta última cuentan con la autorización de INDECOPI que es el organismo que certifica oficialmente los registros de autor en Perú. Una suerte de combinatoria podría decirse que de transición. Po.et por su parte funciona de manera completamente descentralizada.

Otra iniciativa que ofrece una plataforma de similares características es Creative Chain, que además de «certificar de manera imborrable la propiedad intelectual y licencia de arte digital» plantea la posibilidad de realizar transacciones a través de CREA, una criptomoneda que ofrece una alternativa de pagos p2p asociados a trabajos culturales, artísticos y creativos, que prescinden del uso del sistema bancario tradicional.

En la gestión de derechos de autor a través de cadena de bloques, es el autor quien también decide los permisos que quiere dar a su obra (similar a las definiciones que estableció antes Creative Commons), las que quedan también resguardadas y certificadas por la comunidad de usuarios de la red, con un registro igualmente indeleble.

O sea que como siempre ha debido ser, los derechos de autor, para los autores: los morales (la obra unida al autor) y los patrimoniales (de explotación). Y que se haga la voluntad de la Blockchain.

*(No obstante, la tecnología blockchain puede ser utilizada y administrada por terceros, de acuerdo a intereses particulares, caso en el cual se vuelve privada y pierde una de sus principales definiciones, por tanto debiera ser incluso nominada de otra forma).

smart-cities

Prosus Corp
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Las smart-cities se caracterizan por el uso óptimo de la infraestructura mediante la tecnología y apuntan a lograr un desarrollo sostenible económico, social y medioambiental.

Calles y edificios que se iluminan sólo cuando resulta necesario, vehículos sin conductores que buscan recorridos libres y óptimos, estacionamientos inteligentes, climatización eficiente, aplicaciones para realizar cualquier trámite en forma remota, electrodomésticos totalmente programables, ya no son parte de la ciencia ficción.  Hoy hay soluciones para hacer las ciudades más «inteligentes» en alumbrado público, recolección de residuos, limpieza vial, transporte público, suministro eléctrico inteligente, administración electrónica de los servicios y gobierno abierto, entre otros.

Las ciudades del futuro serán más eficientes, sustentables y programables, gracias a desarrollos que ya están realizando algunas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo: Verizon, Cisco, Intel, Google, Apple, Qualcomm, Siemens, Microsoft, Phillips -por citar algunas- son las empresas que buscan tener un rol preponderante en las ciudades inteligentes.

Según la OCDE, si para el año 2050 no se toman medidas drásticas respecto al crecimiento económico y demográfico, registraremos un impacto medioambiental y social sin precedentes. Como la mayoría de la población se concentra en las grandes ciudades será indispensable superar el desafío de los más de 2.000 millones de habitantes adicionales para ese año.

Algunas ciudades que ya se están convirtiendo en inteligentes.

Los modelos ideales de ciudades inteligentes, verdes y sostenibles, siguen siendo nórdicos como Copenhague, pero emergen propuestas de todos los puntos del planeta como Viena, Berlín, Seúl, Dubai y Barcelona.

En Medellín-Colombia, por ejemplo, se instauró el Metrocable, que es un sistema aéreo de transporte masivo no contaminante al que se le sumó el proyecto Medellín Innovación, que realiza una gestión tecnológica del tráfico y transporte.

En Río de Janeiro se inauguró un centro de operaciones integradas, desarrollado con el apoyo de IBM, que permite el monitoreo en tiempo real de la meteorología, seguridad, tráfico y emergencias.

Dubai presentó un androide convertido en “policía”, que puede ejercer tareas como brindar información y atender consultas de ciudadanos. La policía de Los Ángeles sumó a su patrulla 100 i3 eléctricos de BMW, en una apuesta por reducir las emisiones.

En el año 2016 Singapore ocupó el primer lugar en el ranking de smart cities mundiales que elabora Juniper Research. Completan el top five: Barcelona, Londres, San Francisco y Oslo.

En septiembre de 2017 Buenos Aires es sede de la «Smart City Expo», evento que reúne a expertos que buscan hacer de la metrópolis del siglo XXI un lugar más humano.

El fin es mejorar la calidad de vida y lograr el crecimiento sustentable, mediante millones de pequeños actos que permite el avance tecnológico.